martes, 14 de diciembre de 2010

Yo < -------- y -------- > ¿Tú?. Por Andrea Cabel

en el Medievo, la mujer ideal además de lo ya mencionado tenía que ser, pálida, con las mejillas de un color rojo vivo, los labios de color rojo, las cejas arqueadas y negras pero el cuerpo completamente carente de vello. Ahora bien, ¿qué mujer está dotada por naturaleza de tal aspecto?

 
Si la diferencia es la base de todo reconocimiento y de toda base identitaria, entonces, la pregunta que surge desde un comienzo es: ¿quién eres tú?

(Entre líneas, ¿quién soy yo?)

Analicemos un villancico hartamente escuchado. Vale la pena aclarar que todos los villancicos (la lista la colocaremos a continuación) ¡son españoles! Todos evocan la tradición española, y ninguno la latinoamericana.

Ha nacido un niño rubio
un niño, santo
que ha de ser la gloria
de nuestros llantos

Angelito de ojos tristes
color caoba
dime por que lloras y si es por mi, y si es por mi

Y yo haré,
que tu casa parezca un sol
y yo haré, y yo haré
que te sientas feliz

El niño se ha puesto triste
porque será
ha descubierto
el mundo y su maldad

Yo te quisiera alegrar
poner contento
cambiar tus penas
en un momento

Y yo haré,
que tu casa parezca un sol
y yo haré, y yo haré
que te sientas feliz


 
La letra de esta canción navideña nos permite interpretar un punto en común entre los ideales morales de la Edad Media y los actuales y por lo mismo, nos da pie a reflexionar un poco sobre como estos ideales perviven y conviven con nosotros.

Por entonces se entendían que ambos paradigmas: belleza y bondad, eran equivalentes o complementarios necesariamente. Claro, la religión tenía que ver en esto. Me explico: la belleza dependía de la intervención de Dios, como consecuencia del auge del cristianismo, todo lo bello era creación divina. La fe y la moralidad cristinas pusieron un recato en las vestimentas y la práctica desaparición del maquillaje, se consideraba contrario a la moral cristiana en cuanto que desfiguraba lo que Dios había creado. La mujer medieval muestra blancura en la piel, cabellera rubia y larga, ojos, nariz y labios pequeños, caderas estrechas, senos pequeños y firmes. La blancura de la piel era un signo importante ya que era el indicador de pureza de la mujer, los cuerpos se esquematizan para quitarles cualquier matiz de sexualidad. Incluso, los anaqueles estaban repletos de peines y de espejos, de polveras, limas y tijeras para las uñas, de pinzas para depilar pestañas y cejas, de algodón y de plumas para maquillarse los labios, de goma adragante y de azúcar de cebada fundido. Para las pelucas se utilizaban los pelos de los muertos.

Los tratados de medicina explican que el vello es la condensación de los vapores groseros, y que el exceso de humedad femenina que no se vierte naturalmente se transforma en espuma que es preciso eliminar. Se procede a la depilación con ayuda de tiras de tela impregnadas de resina, se destruyen los bulbos pilosos con agujas al rojo, y se emplean también horribles depilatorios.

 En este villancico el niño es rubio. No es negro, quien es color caoba es el que llora. El que no está feliz. Es decir, El niño (hombre, también, evidentemente, el hijo de Dios, el salvador) es rubio, santo (limpio, blanco, impoluto) y puede hacer que tu espacio se PAREZCA a un sol, a algo igualmente luminoso y limpio. Antiguamente se decía que la luz era el intelecto, el conocimiento, aquello que te guiaba en la oscuridad de la ignorancia, (Et lux in tenebris lucet -- PUCP) En todo caso, todos preferimos la luz porque podemos ver las cosas, en la oscuridad dependemos de nuestros demás sentidos que no nos permiten completar la percepción espacio-temporal de los contextos y circunstancias.

Este villancico muestra dos paradigmas aparentemente conciliados. El niño salvador es rubio y es santo. Evidentemente, si es rubio, no puede tener pecado alguno, por eso es blanco, por eso representa lo "fair" lo justo, como la dama medieval, ella o el –los salvadores- , no pueden ser "sucios" –oscuros, pecaminosos- (incluso los incas pensaban que los hijos de su dios debía de ser rubio y blanco, de ahí que los españoles la tuvieran un poco fácil cuando llegasen a "conquistar" las "indias") u oscuros. El lleva a la gloria al otro que llora y que está lleno de pérdidas. ¿Pasa eso con los niños DIFERENTES que promueve Ripley? Hay niños de todos los colores (negros, blancos, pelirrojos, asiáticos, latinoamericanos, es decir, por un lado ¿la infancia no tiene discriminación? O quizás por otro lado, la infancia marca esta diferencia de modo sutil y nos dice "hay de todo para todos" o sea, todos somos diferentes y necesitamos diferentes cosas, diferentes precios, diferentes colores, pero todo lo tiene Ripley!, es decir el mensaje aquí es claramente económico, aunque claro, uno lo entiende como igualdad, uno quiere ser como los que están expuestos en vitrinas que son como "nosotros", la técnica de atraer un público más abierto con una campaña de niños de todo el mundo es altamente efectiva, sobre todo en un país altamente racista como el nuestro. La verdad, la bondad, la belleza muestra lo "fair", en aquel que es blanco y hermoso, el otro debe estar esperando que éste lo recuerde y lo "salve".

De hecho, en el mundo los sujetos que NO son subalternos finalmente son aquellos que son hombres, blancos, heterosexuales, con trabajo y si eres adolescente, negra o latina, lesbiana, analfabeta posiblemente no tengas la misma oportunidad de resaltar como lo haría otra de tu edad sin esas características si no más bien con las opuestas.


La belleza traía consigo la bondad. Es decir, si eras una mujer bella, eras buena, y también, otro ingrediente importante, tu nombre debía demostrarlo. Por ello los padres tenían que tener cuidado a la hora de colocar un nombre, ya que con él, estaban definiendo tu futuro. Si eras hermosa no podías llamarte de una forma que no significara lo trascendente de tu belleza. Así, por ejemplo, vemos a Beatriz (Beatrice—"la que guía hacia el bien"), la mujer de la que se enamoró Dante y por la cual todos de una u otra forma acababan en algún lugar del infierno o del purgatorio. Ella era hermosa y su nombre era coherente con su bondad y belleza. Quiero decir, si eres fea, no puedes ser buena. Esta categoría moral unida a una representación fisica nos hace pensar en que debías ser blanca, de cabello claro, de rasgos agraciados para representar en tu cuerpo, tu alma.

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A modo de EditOriaL

 La Navidad es una importante fecha para todos. Creyentes y no creyentes, adultos y niños, pobres y ricos…porque finalmente es el momento en el que todos, por igual, podemos desear y ser hijos del mismo "padre". La religión nos da un discurso ampliamente secundado por los gobiernos. Vale decir, por los mercados. El desarrollo, que no se piensa a escala humana si no con variables macroeconómicas promueve el gusto por esta festividad desde el lado comercial. Comprar para ser feliz, vender para ser feliz, y los valores que restan quedan rezagados a uno que no es exactamente la muerte del hijo de Dios por nuestros pecados si no que es generar una clara distinción entre Ustedes y Nosotros, entre los que pueden imitar las costumbres de Ellos, los que tienen los medios para sostener el consumismo y los Otros que son los que hacen el contrapeso de la balanza. Es tradición en nuestro país y en casi todo el mundo celebrar la navidad con regalos.
Ahora los regalos funcionan a modo de intercambio, no a modo de gratuidad como en un comienzo debería pensarse. Las diferentes culturas han evolucionado para mantener sus tradiciones o acoplarlas al mundo y a su velocidad de cambio. No obstante, en nuestro país, que es un lugar en el que se juntan diferentes tradiciones y culturas y ganas de ser como los "otros" tenemos pinos con "nieve", chocolate caliente y un panetón, tradicional postre navideño, que nos permite sentir el ambiente de los villancicos y de la "paz y unión" que genera esta fecha. Todos sabemos que estas festividades solo contribuyen a manifestar de un modo punzante y claro que este no es un país de paz y unión y que la injusticia y la pobreza crecen o en todo caso, miran de frente a la riqueza de los que atraviesan por la eterna bonanza del apellido. En este fanzine analizamos dos cosas, por un lado, la evolución de esta fiesta y la forma como se manifiesta en nuestra cultura. Por otro lado, el punto de vista adolescente sobre la navidad.

Los adolescentes son usualmente, sujetos subalternos que no tienen un medio para expresar libre y conscientemente lo que piensan, cuando lo hacen, sobre un tema como este. Piden regalos, piden, piden, piden, eso dicen los padres, o incluso, ellos mismos, no obstante, no todos son iguales. Hay algunos que trabajan en esa fecha, otros que pasan desde los doce años en completa soledad dicha fecha, otros que tienen que partir su tiempo entre su padre y su madre porque son separados y la unión es solo una metáfora para que se reciba más regalos. La realidad es más cruda de lo pensado y los símbolos que consumimos en estas festividades nos traicionan y nos dejan entrever que lo que queremos es ser lo que el Otro es, vale decir, lo que creemos, por su representación, que es.

El hegemón impuesto en nuestra sociedad (por la clase alta, por los que tienen más dinero, mejor educación –privada- mejor apariencia física) nos muestra los cánones de belleza, los cánones de lo aceptado, de lo necesario, de lo que debe ser. El deber kantiano se retuerce y comienza a repreguntarse sobre su real voluntad. Ya nadie cuestiona la felicidad. Todos saben por la publicidad agobiante que la felicidad ¡está en Saga Falabella! Y que tiene un precio y que si no tienes efectivo, puedes conseguirla con una tarjeta verde de crédito finito. Es decir, está en Saga (o Ripley o alguna tienda cara y de nombre extranjero, "lo extranjero siempre es mejor"-dicen) no en otro lugar más sencillo y simple. En todo caso, los padres siempre quieren dar lo mejor a sus hijos, piensan muchas veces, en muchos casos, sin importar la clase social, que los regalos, el costo de ellos representa el afecto y no es materialismo directo si no un intento heideggeriano de comprender la realidad afectivamente y eso convierte la realidad en lo que los sentimientos que tienen, se convierta en verdadera. Entonces, si la verdad está regida también por la comprensión que tenemos de nuestros afectos, está claro que dejamos de pensar en los demás. Es difícil pensar en los demás, en los des-conocidos, cuando estamos ocupados tratando de pensar en los nuestros. Los clásicos temas navideños que inspiran el amor al hogar y a la familia se constituyen en una diferencia básica y fundamental, el pobre que murió para salvarnos. Finalmente, no se recuerda esto si no la fiesta que se viene para celebrar el año nuevo o la religiosidad que esta detrás del rito, de la costumbre y tradición.

Todos aprendemos a demostrar nuestros afectos con la compra de algo. No queremos comprar sentimientos pero sí algo material que nos permita acércanos al Otro cercano, los adolescentes tienen un particular punto de vista sobre esta fecha. No creen en Santa, no creen en que viaja con renos. Lo parodian. Se burlan de las intenciones del mercado de hacerlos gastar dinero, de hecho, son conscientes de eso y saben que es criticable, aunque sean parte de este flujo comercial. Reconocen que es una buena idea seguir la tradición en tanto la tradición se ocupa de llenarlos de regalos, no obstante, los que no tienen la posibilidad de acceder a estos beneficios, igualmente siguen los ritos y viven amargos días. La realidad es más amplia que los dos lados de una moneda. En todo caso, es una moneda sin ángulos o lados, si no que es como una continua forma de rehacer los sentimientos, los pensamientos, las necesidades. Todos han crecido con la influencia navideña de alguna manera, por ello es interesante comparar generacionalmente esta influencia. La generación de los que tenemos 20-28 años tenemos una idea semejante a la navidad de la que los adolescentes la tienen ahora.

El ingrediente de la CVR, de la violencia intensa y casi eterna que se sufrió en el país, la soledad a la que están condenados los que esperan que vuelvan sus seres queridos desaparecidos y la violencia en general que tuvo que atravesar el país son y deberían ser inolvidables. Y aunque las grandes cadenas comerciales olviden estos "detalles", y los jóvenes de quince o catorce años no hayan estado conscientes del todo para cuando sucedió esto, se pasó por un proceso de explicación, de involucramiento…ahora veremos lo que piensan algunos adolescentes sobre la muerte de tantos peruanos y la tradicional fiesta navideña.

Al fin de esta edición –luego de revisar, leer y analizar un poco lo que pasó en la época –de la que recién salimos- de sendero y de Montesinos…y se escuchó una pregunta, ¿en realidad, hay algo que celebrar? Y dijimos todos en coro que SÍ. Claro, claro que hay algo que festejar… y…no se dijo más. Posiblemente lo que podemos festejar es que somos un poco más conscientes que antes de lo que pasa y de lo que no pasa actualmente en nuestro país, y de cómo nuestra cultura se adapta a las otras para mostrarnos una cara que no es la nuestra y que sin embargo, pretendemos que lo sea.


Este fanzine ha sido hecho por los alumnos de V y IV de secundaria de los alumnos del colegio francés Andre Malraux y del colegio estatal Villa Jardín San Luis.
 
 
 

Antes, por si no sabes

Un fanzine (abreviatura en  inglés

Los fanzines son publicaciones no profesionales producidas por seguidores de un fenómeno cultural particular (como puede ser un género literario, musical o historietístico) para el placer de otros que tienen los mismos intereses.Y bueno, este no es el caso. No somos una revista oficial y todos los contenidos vertidos en estas hojas no tienen copyright.

Su ventaja indiscutible es la publicación de forma libre y directa sin ataduras ni intereses para con terceros. A esta "ausencia de condicionantes editoriales (el edito - o sea yo- suele dar libertad de expresión)" hay que añadir otra ventaja para el autor novel: "la posibilidad de darse a conocer a un público aficionado más o menos amplio y a algún que otro editor profesional que en un momento dado pueda darte esa oportunidad tan esperada (los chicos de diferentes colegios privados y públicos que tienen algo que decir sobre el tema elegido en esta oportunidad)"

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Es posible que si el trabajo realizado es sobre un campo muy específico sobre el que no existen publicaciones comerciales, pueda mantenerse cubriendo un hueco e incluso profesionalizarse. Un fanzine que ha pasado a editarse con medios profesionales se denomina prozine. Si hay un equipo detrás de su publicación profesionalizado y llega a obtener beneficios, hablamos ya de una revista como tal, aunque no haya un grupo editorial en ello, una distribución nacional o internacional o una correcta gestión para establecer su  ISBN.

de fan's magazine, revista para fanáticos) []es una publicación temática realizada por y para aficionados. El desarrollo de esta actividad no suele ir acompañado de remuneración económica, siendo los fanzines tradicionalmente gratuitos o con un coste mínimo para pagar los gastos de producción. El término se originó en octubre de 1940 con el fanzine de ciencia ficción "Detours" de Russ Chauvenet.

El Otro parecido y el Otro absoluto. Por Andrea Cabel


Es curioso pero mientras nosotros esperamos despiertos y llenos de fiesta el fin de un año y el comienzo de otro, en realidad lo que se celebra ese día, el primero de enero, es la Circuncisión de Jesús y la imposición del nombre que acompañaba a esta ceremonia, que es la equivalente de nuestro bautizo.

Si nos fijamos en las palabras, "circuncisión" viene del latín circum (que significa alrededor) y cisio (sustantivo derivado del verbo caedere, que significa cortar), es la escisión del prepucio, que tenía para los judíos una importancia capital. Era nada menos que su gran distintivo religioso y nacional.

Esto nos sitúa en un primer contexto, en un primer ethos, el judío. Ellos cimentaron su identidad sobre dos ejes: la fuerte cohesión interna y el máximo aislamiento respecto a los pueblos de alrededor. Lo interesante no es solo la forma como cimentaron su identidad si no cómo hicieron que los "ciudadanos" la asimilaran a su físico. Así, la circuncisión fue el rito principal que se creó para dar cuerpo a estos dos objetivos. Yahvé cerró con Abraham un pacto en virtud del cual se comprometía a ser el Dios del pueblo que de él nacería, a condición de que él se comprometiese a ser su pueblo. Y que la señal de ese pacto sería la circuncisión de todo varón que de él naciese, como señal de su consagración a Dios.
La práctica de la circuncisión no es exclusiva del pueblo judío, pero sí que lo es con los caracteres singulares que tiene en Israel: la circuncisión es un acto de vasallaje del pueblo hacia su Señor, mediante el cual le sacrifica simbólicamente cada uno de los hijos que le nacen, sacrificándole una parte ínfima pero significativa de su cuerpo, en señal de aceptación del sometimiento total a Dios tanto de ellos mismos como de sus hijos.

Son muchos los pueblos, sobre todo africanos, que practican la circuncisión, también ritual; pero la mayoría como un rito de iniciación del adolescente, que pasa así a formar parte de la sociedad de los adultos. Reviste la ceremonia una gran importancia y constituye una prueba del valor y resistencia del iniciado.

En el caso de Israel lo más singular es que siendo el pacto entre el pueblo y su Dios, a quien realmente quiere éste ver circuncidado, es a su pueblo, teniéndolo así separado y distinguido de todos los pueblos, a fin de evitar que se mezcle con ellos, con su cultura y con sus dioses. Esta práctica, además de diferenciar cultural y religiosamente al pueblo de Israel de los de su alrededor, constituía una considerable barrera genética, porque en la medida en que se mantenía en vigor esa diferencia cultural y religiosa con los pueblos vecinos, hacía imposible el matrimonio de un circunciso en un pueblo de incircuncisos, y el de un incircunciso con una mujer israelita, y muy difíciles las relaciones sexuales esporádicas. De este modo la circuncisión contribuía poderosamente a mantener separado al pueblo de Israel de los demás pueblos, justo en la circunstancia en que la mezcla adquiere carácter irreversible, en el acto de engendrar.

¿Dónde está la pregunta "ética"? si bien esta práctica es seguida por estos pueblos y se ve como una máxima y por ende, como una forma de distinción entre ellos y los Otros, es interesante ver cómo engloba esto un sentido de felicidad semejante al pensado por Aristóteles. En la Ética a Nicómaco, el autor nos explica dónde está la felicidad y qué hay que hacer para encontrarla. Podría simplificarse la idea de la siguiente forma: para ser feliz, uno debe ser virtuoso, para ser virtuoso uno debe practicar la virtud, para practicar la virtud uno debe ejercitar la parte racional de su alma y concentrarse en que no se pierda la práctica, porque si sucede eso entonces uno deja de acceder a la felicidad. Me explico, si bien la ética de Aristóteles refleja la posibilidad de alcanzar plenamente la felicidad, también demuestra una forma de crear una identidad, como hemos visto que sucede con la circuncisión, que crea un espacio identitario, uno de reconocimiento con el Otro parecido, y con el Otro absoluto, un espacio en el que es más que posible diferenciar a los que pueden ser felices (virtuosos) y a los que no.

Actualmente, seguimos siendo una comunidad unida por diversos valores y diferencias. Muchas veces tomamos los rituales como una forma de no sentirnos tan desapegados con la realidad que siempre cambia y que cambia a favor de ese Otro poderoso, de ese otro que impone un hegemón. En este caso, por lo menos en Latinoamérica, o en nuestro país sin duda, estamos impregnados del sentimiento navideño yanqui. Nuestra propuesta de celebración de identificación entre nosotros no proviene de una distinción (aunque evoquemos al panetón –de origen italiano- o al chocolate –de tradición norteamericana- como parte de nuestro ritual de festejo navideño y de festejo identitario. Nosotros no cumplimos con una máxima identitaria, ni mucho menos con el virtuosismo que debería exigir para alcanzar un tipo de felicidad. Uno. Aunque sea el propuesto por Aristóteles.
Y ciertamente, no va lejos esta idea con lo que muchos creyentes y ateos creen. La autonomía, vale decir, la libertad, la mayoría de edad va de la mano con la identidad que uno mantenga en relación con los otros diferentes absolutos y diferentes cercanos. Los judíos eran diferentes entre ellos pero los unía la diferencia que proponía la circuncisión; los peruanos estamos unidos por el panetón, el chocolate, el árbol navideño y toda aquella propuesta ajena a nuestra realidad, a nuestra cultura y a nuestro sentimiento, aún desconocido, de lo que implica la navidad, y con ella, luego, la llegada de un nuevo año. La llegada de un tiempo diferente. Todos los días amanecemos en un tiempo diferente; no obstante, los tiempos que marcan un antes y un después en el calendario, nuestra única forma de fijar el tiempo y hacer historia con él nos demuestra que no estamos listos para incluir ninguna afirmación apodíptica en nuestras vidas como peruanos.

Si nuestro país y nuestra cultura aparentemente son un gerundio, una constante acción, entonces estamos repitiendo los modelos ajenos para no asimilar uno propio, nuevo y nuestro. Esto puede ser bueno o puede ser malo, no pretendo favorecer a una descentralización postmoderna de valores por ejemplo, por el contrario, quisiera que como los judíos, o como todo aquel etho que encuentra un cimiento en su rito, celebración y cultura, se apoye en sí mismo, en su tradición o en su memoria, antes que en la memoria ajena.
En Lima es difícil recordar la nieve y el frío en diciembre. Más aún es difícil entender cómo en la sierra peruano, por ejemplo los niños saben que Papá Noel (un padre de todos con nombre propio y humano, lejos de lo metafísico que suena: Dios) que es muy blanco y con barbas igualmente blancas y que es gordo y que representa a una compañía multimillonaria, Coca Cola, llegará a dejarles regalos… personalmente, leo e interpreto este hecho de la siguiente forma:



Él (es decir, el Otro) llegará desde otro lugar (no desde este) para manifestar más fuertemente su otredad ¿por qué? Porque eso es lo mágico. Los niños crecen creyendo que necesitan que ese Otro (el yanqui, el blanco, el hombre) llegue a dejarles un regalo. Porque si eso sucede ellos saben, han sido inculcados para saber que han sido y están siendo BUENOS. Si no reciben un regalo de él, no se han portado bien y son MALOS.

Es decir, hay una connotación moral detrás de la diferencia marcada que todos los años reitera la Otredad que dirige nuestras fiestas…No prestamos atención en que perpetuando esta forma de dar "cariño" lo que entregamos es una diferencia que nos coloca en un estadio ajeno al nuestro. Los niños (y los adultos también) quieren esos regalos, ese medio de condicionamiento moral. Como perros adiestrados por Pavlov, entendemos que esos colores y esa música indican Navidad, indican Año nuevo, indican algo que hemos aprendido e incorporado no como algo nuestro si no como algo que "debe" ser nuestro. Y "debe" ser nuestro porque es de todos, es decir, pertenece a lo que quisiéramos ser. No somos autónomos practicando una fiesta ajena y cargada de simbolismos morales tan fuertes. No le damos esa lectura porque confundimos la palabra "entrega", "cariño", "niñez" y estamos moldeándolas hacia otras direcciones. Esto nos dejará un país poblado por niños, que como ahora, saltan alrededor del árbol gigante y estrepitosamente adornado en el Parque Kennedy para poder "tener" alguno de los regalos que cuelgan de el. Por supuesto, los regalos están lo suficientemente altos y lo suficientemente vigilados para que los niños (pobres, peruanos, trabajadores) no los cojan. Ellos no son buenos. A ellos Papa Noel no les trae nada, a ellos no se les recompensa si no que se les pone un límite, tienen que saltar para intentar coger aunque sea un regalo, un "algo" que cuelgue de ese majestuoso árbol. Sin duda, esa es una muestra física de la imposibilidad identitaria que trae la necesidad de tener tradiciones, ritos y costumbres que no son las nuestras. Nuestra felicidad, entonces, por aprendizaje y condicionamiento, desde nuestro imaginario popular como etho, radica en el Otro, no en un "nosotros". He ahí el dilema.